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martes, 30 de agosto de 2011

Doña María


El primer día de clase que Doña María se enfrento a sus alumnos de quinto grado, les dijo que ella trataba a todos los alumnos por igual y que ninguno era su favorito. En la primera fila sentado estaba Luisito, un niño antisocial, con una actitud intolerable, que siempre andaba sucio y todo despeinado. El año anterior, Doña María había tenido a Luisito en una de sus clases.
Doña María veía a Luisito como un niño muy antipático. A ella siempre le daba mucho gusto poder marcar con lápiz rojo todo el trabajo que Luisito entregaba, con una "F".
En la escuela donde Doña María enseñaba se requería revisar el archivo de historia de cada alumno y el de Luisito fue el último que ella revisó.
Cuando ella empezó a leer el archivo de Luisito, se encontró con varias sorpresas.
La maestra de Luisito de primer grado había escrito: "Luisito es un niño muy brillante y muy amigable, siempre tiene una sonrisa en sus labios".
Él hace su trabajo a tiempo y tiene muy buenos modales. “Es un placer tenerlo en mi clase".
La maestra de segundo grado: "Luisito es un alumno ejemplar, muy popular con sus compañeros, pero últimamente muestra tristeza porque su mamá padece de una enfermedad incurable".
La maestra de tercer grado: "La muerte de su mamá ha sido muy difícil para él". Luisito trata de hacer lo mejor que puede pero sin interés”. Tampoco el papá demuestra ningún interés en la educación de Luisito. “Si no se toman pasos serios, esto va afectar la vida de Luisito".
La maestra del cuarto grado: "Luisito no demuestra interés en la clase”.
Cada día Luisito se cohíbe más. “No tiene casi amistades y muchas veces duerme en clase".
Después de leer todo esto, Doña María sintió vergüenza por haber juzgado a Luisito sin saber las razones de su actitud. Se sintió peor cuando todos sus alumnos le entregaron regalos de Navidad envueltos en fino papel, con excepción del regalo de Luisito, que estaba envuelto con un cartón de la tienda.

Doña María abrió todos lo regalos y cuando abrió el de Luisito, todos los alumnos se rieron al ver lo que se encontraba dentro. En el cartón había una botella con un cuarto de perfume y un brazalete al que le faltaban algunas de las piedras preciosas. Para suprimir las risas de sus alumnos, ella se puso inmediatamente aquel brazalete y se puso un poco del perfume en cada muñeca.

Ese día Luisito se quedo después de clases y le dijo a la maestra: "Doña María, hoy usted huele como mi mamá”. Después que todos se marcharon, Doña María se quedo llorando por una hora.
Desde ese día ella cambió su método. En vez de enseñar solo lectura, escritura y aritmética, escogió enseñar a los niños. Doña María empezó a ponerle mas atención a Luisito. Ella notaba que mientras más ánimos le daba a Luisito, con más entusiasmo reaccionaba él. Al final del año, Luisito se convirtió en él más aplicado de la clase, y a pesar de que Doña María había dicho el primer día de clase que todos los alumnos iban a ser tratados por igual, Luisito era su preferido.
Pasaron seis años y Doña María recibió una nota de Luisito, la cual decía que se había graduado de la secundaria y que había terminado en tercer lugar. También le decía que ella era la mejor maestra que él había tenido.
De ahí pasaron tres años cuando Doña María volvió a recibir noticias de Luisito. Esta vez, él le escribió que se le había hecho muy difícil pero que muy pronto se graduaría de la universidad con honores, y le aseguro a Doña María que todavía ella seguía siendo la mejor maestra que había tenido en su vida.
Pasaron tres años más cuando Doña María vuelve a saber de Luisito. En esta carta él le explicaba que había adquirido su título y que había decidido seguir su educación. En esta carta Luisito también le recordaba que ella era la mejor maestra que había tenido en su vida. Esta vez la carta estaba firmada con "Dr. Pedro Altamira".
Bueno, la historia no termina ahí. En la primavera, Doña María volvió a recibir una carta de Luisito donde le explicaba que había conocido a una muchacha con la cual se iba a casar y quería saber si Doña María podría asistir a la boda y tomar el lugar reservado usualmente para los padres del novio. También le explicaba que su papá había fallecido varios años atrás.
Claro que Doña María acepto con mucha alegría, ¿y saben que hizo? El día de la boda, ella se puso aquel brazalete sin brillantes que Luisito le había regalado y también el perfume que la mamá de Luisito usaba. Cuando se encontraron, se abrazaron muy fuerte y el Dr. Altamira le dijo en el oído muy bajito: “Doña María, gracias por haber creído en mí”.
“Gracias por haberme hecho sentir que yo era importante y que podía salir adelante con éxito”.
Doña María, con lágrimas en los ojos, le respondió: "Pedro, estás equivocado. Tu fuiste el que me enseño que yo podía hacer algo especial, solo con interesarme genuinamente. “¡Yo no sabía enseñar hasta que te conocí a ti!".