PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo. ¡Tengo dos piernas y el mundo es mío!
Fui después a comprar unos dulces. Me atendió Un muchacho encantador, hablé con él; parecía tan contento que aunque se me hubiera hecho tarde no me habría importado.
Ya al salir, oí que me decía: "Gracias por charlar conmigo... es usted tan amable.
Es un placer hablar con gente como usted... ya ve, soy ciego..."
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo. ¡Yo puedo ver, y el mundo es mío!
Mas tarde, caminando por la calle, vi a un pequeño de ojos azules, que miraba jugar a otros niños, sin saber qué hacer. Me acerqué y le dije: "¿Por qué no juegas con ellos?" Siguió mirando hacia adelante sin decir una palabra; entonces comprendí que no me oía.
PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo.
¡Yo puedo oír y el mundo es mío!
Tengo dos piernas para ir adonde quiero... Ojos , para ver los colores del atardecer.. Oídos, para escuchar las cosas que me dicen
¡PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo.
¡Lo tengo todo y el mundo, es mío!
¡Yo puedo oír y el mundo es mío!
Tengo dos piernas para ir adonde quiero... Ojos , para ver los colores del atardecer.. Oídos, para escuchar las cosas que me dicen
¡PERDÓNAME SEÑOR, cuando me quejo.
¡Lo tengo todo y el mundo, es mío!