Un anciano hacía muchas obras de caridad con los pobres y siempre que hacía una exclamaba:
Un día una persona le preguntó por el sentido de esas palabras, y le respondió:
- Un día llamé a los muchachos en mi huerto y les dije que comiesen la fruta que quisieran hasta que no pudieran más, pero que no podían guardarla en los bolsillos. Ellos comieron hasta saciarse, pero después vi como alguno tomaba la manzana, y la tiraba al otro lado del seto para romarla en cuanto hubiera salido. Para mí fue una lección muy instructiva...
(El bien que hacemos en esta vida, es necesario lanzarlo al otro lado del seto, para que, al salir de este mundo, podamos encontrarlo en el otro)