Un señor encontró a su vecino, un anciano de ochenta y seis años, haciendo hoyos en la tierra. ¿Qué estás haciendo, Juan? preguntó. Plantando árboles de mango, replicó el anciano.
No. A mi edad sé que no lo haré, habló el anciano. Pero toda mi vida he comido mangos, y no de un árbol que yo haya plantado. No hubiera yo tenido esos mangos si otros hombres no hubieran hecho lo que yo estoy haciendo ahora. Sólo trato de pagar a mis semejantes que plantaron los árboles de mango para mí.
Cada uno de nosotros paga la deuda en cierta medida, haciendo ahora lo que ellos hicieron en su tiempo: dando todo lo que podamos para asegurar eso mismo, para las futuras generaciones.