Dios hizo al hombre de tal manera que su presencia en el hombre es un imperativo para su humanidad. Una lámpara de aceite fue concebida de tal suerte que sólo produce luz en virtud del hecho de que haya aceite en su interior para sustentar la luz.
Supongamos que pregunto: “¿Por qué necesita un candil aceite para dar luz?”. Sin buscar complicaciones, la respuesta sería simplemente: “Porque lo hicieron así.” Puede separar la lámpara del aceite, y sigue teniendo una lámpara, pero no sirve como tal. No hay vida en la lámpara. ¿Cuál sería el remedio? Volver a ponerle aceite a la lámpara.
Supongamos que pregunto: “¿Por qué necesita un candil aceite para dar luz?”. Sin buscar complicaciones, la respuesta sería simplemente: “Porque lo hicieron así.” Puede separar la lámpara del aceite, y sigue teniendo una lámpara, pero no sirve como tal. No hay vida en la lámpara. ¿Cuál sería el remedio? Volver a ponerle aceite a la lámpara.
Ahora bien, si puede imaginar una lámpara capaz de pensar, diciendo: “sin aceite no puedo hacer nada, no soy nada.” Esto no sería intraversión malsana; sería simplemente una lámpara enfrentándose con los hechos básicos de su misma existencia. “Me hicieron así. Fui concebida para contener aceite, que es lo único que puede mantener la luz encendida. De modo que fui creada para adoptar una actitud de dependencia, de forma que tenga que recibir para poder cumplir la función para la que fui creada.
Autor: Ian Thomas